Hace unos días estuve en la Rioja Alavesa y la experiencia fue increíble. Influiría el hecho de que era un viaje muy anhelado, uno de esos viajes en los que ya vas predispuesta a que todo salga a la perfección.
El viaje de ida ya fue de lo más interesante porque las vistas eran estampas de cuento, todo el paisaje nevado, pero un sol inmenso que alegraba el día.
El vino, en todas sus manifestaciones, siempre muy presente. En el paisaje, en la infinidad de pueblos medievales que encontrábamos en el camino...
En la inmensidad de bodegas, alguna de ellas con unos diseños de vanguardia que lejos de romper con el paisaje tradicional, encajaban en él a la perfección.
En el hotel Viura, ¡qué hotel!. Sólo la fachada es digna de mención. Son cubos superpuestos que imitan un racimo de uvas invertido.
Justo al lado la iglesia del pueblo. Una lección de diseño en una pequeña localidad, Villabuena de Álaba, que ha sabido adapatarse a la perfección a los nuevos tiempos.
Hubo tiempo para veladas llenas de encanto y una vez más con el vino bien presente.
Él, el vino, también estuvo presente en una celebración muy especial, un cumpleaños que motivó este viaje y que le dio, aún si cabe, mayor encanto a la escapada.